Tras una lesión cerebral frecuentemente se producen alteraciones emocionales y conductuales que, en ocasiones, pueden llegar a provocar cambios de personalidad. Estos trastornos pueden ser orgánicos, consecuencia directa de la disfunción cerebral, o bien, una consecuencia reactiva al suceso vivido.
Entre las alteraciones más frecuentes pueden observarse irritabilidad, impulsividad, agresividad, egocentrismo, desinhibición, euforia, conducta inapropiada, rigidez, oposicionalismo, apatía, labilidad emocional, depresión o infantilismo.